Se puede tener una vida que sea una meditación constante, viviendo cada momento con atención, siempre en el presente, disfrutando de cada segundo y dedicando cada acto a la idea de Dios que cada uno tenga, sin ego, sin sentir que soy YO el que está realizando las tareas. Si entregamos cada acto, dejamos que la energía divina fluya a través nuestros pensamientos y corazon.
Somos creadores a cada instante de lo que queremos ser, creamos realidades sublimes con nuestros pensamientos y también por el contrario. Somos muy poderosos, confiemos en quienes somos y estaremos creando maravillas a cada instante y a cada paso que estemos vivos en el planeta, teniendo una vida que se llame vida con el mundo entero que nos rodea.